viernes, 18 de noviembre de 2011

Morir por amor

El protagonista de "Die Leiden des jungen Werthers" o "Las desventuras del jóven Werther" murió por amor. Goethe, su creador, no pudo hacer nada por salvarle la vida. Werther perdió la esperanza. El futuro junto a su amada nunca iba a existir. El pasado ya era historia y el presente, la amarga realidad de verla pertenecer a otro hombre.
!Morir por amor! cuántas páginas ha dado este tema a la literatura de todos los tiempos. Aunque bien es cierto que la época del Romanticismo incitaba más a ello. Es más, es casi obligado que aparezca algún suicidio en las obras románticas, frecuentemente por un amor no correspondido. Una atmósfera que daba preferencia a los sentimientos: el amor, el sufrimiento, el odio... Un abrazo constante al equilibrio personal, a la perfección, a la armonía, daban lugar inevitablemente, a actitudes tremendistas como la de quitarse la vida por amor.
Actualmente todo ha cambiado. Nosotros, nada o muy poco tenemos que ver con esos ideales de vida romántica. El materialismo ha ejecutado muchos sentimientos, el progreso ha enterrado actitudes que ahora nos parecen surrealistas. ¿Morir por amor?: En primer lugar, compararía el amor con una masa de rosquillas, en la que se mezclan muchos ingredientes. Algunas de ellas llevan demasiado azúcar, son empalagosas. A otras les falta el punto justo de anís o son demasiado harinosas. También las hay más fritas de lo deseado, o demasiado crudas. Todo depende de la mano del cocinero y del gusto del consumidor. Rosquillas Tontas, Listas, Francesas, de Santa Clara... parecidas, pero con distinta apariencia. El quid de la cuestión es dar con la ideal, la que está en su punto, antes de que llegue a otro paladar que no sea el nuestro. ¿Difícil?: Mucho, pero no imposible. En todo caso, !qué disparate quitarse la vida por una rosquilla!.

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