La vida es una noria...

Me imagino que  estaís tan hartos como yo de la ola siberiana. Porque no se habla de otra cosa. Los periódicos, las emisoras de radio, las cadenas de televisión, las vecinas, las cajeras, los compañeros, los conductores de autobús... Todos a una. Que si el lago se ha helado, que si en mi ventana había a las ocho de la mañana -4º, que si el aceite estaba congelado, que si los bomberos no dan abasto...

Bla, bla, bla. Pero cuando he recapacitado sobre el tema, ha sido cuando se ha cortado el suministro eléctrico. De pronto me he dado cuenta de la gravedad de la situación. Si no hay luz, no hay forma de cocinar, ni calefacción, ni agua caliente, ni estufas, ni internet, ni lectura, ni deberes, ni cafecito a media tarde...

Y como no había otra cosa que hacer más que pensar, he pensado en lo bien que vivimos. En las comodidades que atesoramos, y de las que ni nos percatamos. En que utilizamos las velas para dar ambiente a la casa, los bancos del parque para sentarnos en primavera, los periódicos para leerlos... En que nunca nos falta un euro en el bolsillo, una bufanda o una ducha caliente. Ni  un tazón de caldo ni un flexo encendido.

Ahora, ya tenemos luz, por eso puedo contar todo esto, y decir que no nos vendría mal, de vez en cuando alguna carencia, para ponernos en la piel de los que no tienen nada.

De los que se abrigan con periódicos, de los que duermen en un banco, de los que se alumbran con  velas. De los que esperan nuestras ropas viejas en un contenedor o unos céntimos para calentarse el estómago.

Como siempre, la cuerda se rompe por lo más débil. Cuando hay terremotos, las primeras casas que caen, son las chabolas. Cuando nos "ataca" la ola siberiana, nosotros no morimos congelados.

Hay que ver lo bien que me ha venido pensar. Lo importante, es que no se quede sólo en eso.... ¡Se pueden hacer tantas cosas por los demás!. ¿Y si "los demás" en algún momento somos nosotros mismos o los nuestros?...

Ya se sabe que la vida es una noria.