Cualquier tiempo pasado fue mejor?

María Angustias de La Subida al Calvario se asoma a hurtadillas, para ver la colada blanca de su vecina.
¡Velas de barco parecían esas sábanas y aquellas toallas!. ¡Cómo las mecía el viento!, tan blancas ellas y tan resplandecientes que cegaban al mirarlas.
Y la pobre Mari Angus se preguntaba qué mal habría hecho ella, para merecer tan severo castigo. Porque su colada blanca, era más bien de color gris perla, cuando no, de amarillo marfileño.
Y no es que no pusiera empeño en ello: Prelavado con omo a mil grados, por lo menos. Y luego a planchar, que no iba a tener la cama como una pura arruga.
Que ella no es ninguna cochina, oye, lo que pasa es que ¡a saber que lavadora tendrá esa!. Lo mismo lleva sistema de resplandor lunático o así...
"Está claro, que su marido gana más que el mío, porque desde que estamos aquí, ya han cambiado el coche dos veces, ¡y metalizados!. ¿Y el chaquetón de astracán qué? ¡Esa es otra! que el mío es de garras y el de ella de lomos...Nada que ver la calidad, ni el precio".
Y así sufría Mari Angus hasta que el viento vino en su ayuda. Las páginas del libro en las que habitaba, una novela rancia de los años sesenta, volaron y he aquí que cayó y dijo: "¿Que cualquier tiempo pasado fue mejor?. ¡De eso, nada!.
Lo primero que hizo fue cambiarse el nombre, y se llamó Jeniffer. Luego se compró un nórdico para la cama, con un estampado sufridito. Después se fue a pedir perdón a las Asociaciones Prodefensa Animal, vestida con una chaqueta sintética y encaramada en una vespino de Tele Pizza y por último se apuntó en un curso muy moderno de "Técnicas en no me importa nada". De allí salió diciendo ooommmmmmmmmmmmmm, como una posesa mismamente.
Y colorín colorado, María Angustias de La Subida al Calvario, ha cambiado.